Ese tipo de maníes (conocidos en algunos países latinoamericanos como cacahuates o cacahuetes) permitirían producir más aceite para la producción de biocombustibles, necesitarían menos lluvia, y crecerían con más eficacia, pues serían más resistentes a las pestes debido a herbicidas incorporados. Se trata del mismo tipo de características que han promovido otros cultivos alterados genéticamente, como algodón, maíz, soya y canola.
Algunos investigadores han alterado maníes durante al menos una década, pero los descubrimientos han tenido escaso impacto pues la industria, temiendo una reacción negativa de los consumidores, se mostró renuente a respaldar la labor.
Sin embargo, el Consejo del Maní de Estados Unidos y su rama de investigaciones, la Fundación del Maní, decidió este mes aprobar un importante cambio de sus normas, debido a que China e India, dos importantes países productores de maní, están trabajando de manera agresiva en la producción de maníes alterados genéticamente.
Se estima que la investigación costará unos 9,5 millones de dólares, y necesitará respaldo de universidades, de la industria, y del gobierno federal. Se cree que los maníes se originaron en América del Sur hace unos 3.500 años. Granjeros en el sur de Estados Unidos comenzaron a cultivarlos a principios del siglo XX. Ahora el maní se cultiva en 15 estados, desde Virginia hasta Nuevo México. Georgia es el principal estado productor de Estados Unidos.
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